Hacer consciente lo inconsciente.


A toda prisa por la terminal, como en cada uno de sus viajes Richard, se vuelve a ver con la necesidad de recoger sus maletas casi sin prestar atención a los detalles que le indicaban que ese día no acabaría de ser todo lo normal que a él le habría gustado.

Una vez ya subido en el taxi, de camino al hotel donde solo podría hacer una breve parada se empezó a dar cuenta de que el paisaje que tenía frente a él era más propio de un sueño que de la realidad a la que estaba acostumbrado a ver a través de sus gafas de alta graduación.
-Gente discutiendo de edificio a edificio?  Y que es lo que se supone que va esquivando este conductor? – se preguntó Richard –
no sin intuir que podía estar pasando, o no, como si fuera un dejavuu de los que tanto había discutido en tantas conversaciones; solo los veía gesticular y gritar sobremanera, Nueva York era ya ruidosa de por sí, pero aquello le pareció excesivo, aunque no lo suficiente como para que saltaran sus alarmas de que algo andaba mal.

Llegar por fin, después de un viaje que le mareo más de la cuenta, para terminar sentado en las escaleras que daban a una puerta principal de lo que parecía ser un hotel en ruinas, no reparo en el hasta que pudo incorporarse de su terrible mareo.
Era un edificio sin alma lo que tenía ante él y no del que tenía recuerdo, no hacia ni tres días que salía de su habitación, se le antojo una imagen surrealista la que tenía en frente. 

Ya dentro del hall más que en ruinas lo que pensó fue que más bien se parecía a una fuga,  desaparición de todo el personal con inquilinos incluidos, lo que no pudieron llevar consigo era lo que Richard se encontraba según iba avanzando, que por lo que podía ver era prácticamente todo, eso sí tirado innecesariamente si no pensaban llevárselo, faltándole el aire sin comprender el porqué, decidió subir en ascensor, ese incomprensible viaje debía terminar ya.
Un balanceo junto con unos chirridos que le eran familiares.
-No pasa nada, es lo habitual – se dijo para calmar el miedo que si reflejaba su cara.
Entre temblores se abrió la puerta, ya a duras penas llegaba a su habitación, la necesidad de tumbarse en la cama eran ya de urgencia, en el estómago una sensación de ingravidez, como la de estar subido a una atracción de feria, la boca seca y frió en las manos.
-esos síntomas los había leído en algún lugar que en ese momento no recordaba, pero le era caprichosamente reciente. – pensó sin hacerle mayor caso que al de querer llegar de una vez.

Reacción, entrar tirar la maleta e inmediatamente dejarse caer en la cama, gritos y una sacudida, sentirse suspendido de un frágil cinturón, finalmente abrió los ojos, seguía en el avión que caía sin remedio, el adormecimiento de las pastillas que tomo previamente hacían estragos a su parte consciente, que tardo en asimilar los gritos de la gente que junto a él se acercaban a su inevitable muerte.


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